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Su gracia con nosotros.


Su gracia con nosotros.


Las advertencias en la vida de un cristiano son como una autopista que está llena de señales por todo el camino. Durante el trayecto de un punto a otro hay pocas o muchas señales pero siempre hay mientras conduces.

Las señales te van advirtiendo como debes conducir, a qué velocidad debes ir, cuando parar,  también podemos ver que camino es el correcto e incorrecto dependiendo nuestro destino; pero siempre, siempre y siempre hay personas como tú, como yo y como todos que creemos más en nuestro propio “conocimiento” de saber conducir sin importar las advertencias que la autopista te brinda.

Muchas veces solemos decir “Yo puedo manejar y hasta el día de ahora nunca me ha pasado nada malo si voy un poco más rápido” también decimos “Me voy a ir por este calle que es sentido contrario aunque sea ilegal, así llego más rápido y no pasa nada, lo he hecho siempre”. La vida de un cristiano es así. Tenemos las señales en la biblia que dicen que podemos y que no podemos hacer, pero siempre vamos con nuestra propia “sabiduría” pensando en que podemos actuar de cierta manera aun sabiendo que no es correcto. Te has puesto a pensar la cantidad de señales de tránsito que hemos irrespetado a lo largo de nuestra vida, de seguro muchos de nosotros deberíamos dinero o sonando extremistas cuantas veces no hubiéramos pasado por la cárcel por todas esas veces que hemos fallado. Yo creo que al conducir de esta manera como lo hemos citado irrespetando las señales y advertencias es igual a la carne que habita en nosotros ya que somos personas llenas de errores y pecados que cometemos aun sabiendo que no es correcto lo que hacemos, decimos y pensamos.

Entonces, ¿Qué quiero decir con esto?

Quiero decir que vivimos una batalla en la que sabemos lo que no debemos seguir haciendo y seguimos haciendo y es aquí cuando el enemigo se aprovecha y se pone manos a la obra ya que sabe que tenemos una batalla con nuestra alma entre lo que es correcto e incorrecto. Muchas veces al cometer errores el diablo nos hace cuestionarnos si realmente somos unos hijos de Dios, nos quiere hacer sentir como si fuéramos bastardos, lo cual significa: “Aquel que no es un hijo legítimo”.
En ocasiones el enemigo nos hace creer que un hombre o una mujer no puede pensar como tú piensas, no puede reaccionar como tu reaccionas, no puede hacer lo que tú haces y es ahí cuando cometemos el gran error de creer que hemos dejado de ser hijo de Dios y por ende dejamos de orar, dejamos de servirle porque nos sentimos avergonzados de nuestros errores y pecados. No permitas que el enemigo te haga creer que tu boleto de salvación está en duda.
En la biblia conocemos a alguien que tiene la misma batalla que tú y yo, esa batalla que sabemos lo que no está bien en nuestra vida pero aun así seguimos haciéndolas, ese alguien se llama Pablo y mientras el escribía la carta a los romanos él dice esto:

Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Romanos 7: 18”

Pablo está hablando en tiempo presente mientras escribe la carta, seguramente está batallando con algo que se desconoce, a lo mejor el enemigo no quería que este libro saliera a la luz y estaba tentando de alguna forma a Pablo.

Escuchando una predica acerca de cómo somos tentados por parte del enemigo escuche una frase que impacto mi vida y cambio mi manera de pensar, la cual me gustaría compartirte y que la recuerdes siempre, más aun cuando estés en momentos de prueba y dudes de ti mismo. La frase dice así:

“Si estas bajo ataque, si estas bajo mucha tentación o si a veces no puedes dominar tu carácter… ¡ALEGRATE! porque el enemigo sabe que Dios tiene algo grande preparado para tu vida, de lo contrario no se esforzaría por atacarte constantemente” El diablo es abortivo y quiere abortar el plan de Dios para tu vida.

Hemos escuchado hablar del amor de Dios y su misericordia en nuestras vidas, pero muy pocas veces escuchar y comprender lo que es su gracia. Al pecar solemos pensar que perdemos la autoridad para llamarnos hijos de Dios y que nos transformaba en un bastardo.

“Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas nuestras iniquidades nos arrastran como el viento. Isaías 64:6  Nueva Versión Internacional (NVI)”

No vamos a entrar al reino bajo nuestro propio merito, sino más bien por gracia así como lo dice en Efesios 2:9. Ojo, esto no va dirigido para entrar en libertinaje en nuestras vidas y que al leer esto pensemos que podemos hacer o deshacer, sino para aquellas personas como tú, como yo que durante mucho tiempo hemos cargado en nuestros hombros con aquel miedo e inseguridad de pensar que no le agradamos a Dios con nuestras acciones. Dios no está harto de ti por tus acciones o por tus pecados.

Para poder entender lo que es la gracia primero hay que conocer que es la justicia y la misericordia. Por eso mismo me gustaría compartirte un ejemplo que escuche en una predica del pastor Dante Gebel que habla acerca de la justicia, la misericordia y la gracia en la cual se tomara de referencia una misma historia que nos ayudara a ver la diferencia entre estos tres conceptos de una manera práctica.

El ejemplo habla acerca de un hombre que le pondremos como nombre “Juan” para no confundirnos en el transcurso de este ejemplo. Juan ha podido notar las dificultades que hay en una familia que vive a unas pocas casas de la suya, ha podido notar que el temperamento y la actitud de los padres no son las correctas para criar a sus hijos y que el comportamiento de sus hijos no es el más adecuado; un día por la mañana Juan observa que uno de los hijos de estos vecinos que es menor de edad toma el auto de su padre sin  autorización, por ser menor de edad no tiene licencia ni experiencia al volante; Juan detalladamente observa por la ventana que el niño conduce el vehículo y rápidamente puede notar que no tiene la habilidad al volante y que esta propenso a cometer un accidente, Juan decide retirarse de la ventana murmurando por la clase de padres irresponsables que este niño tenía. Luego de unos minutos escucha un fuerte estruendo en su jardín; un jardín que le ha tomado mucho tiempo y trabajo dejarlo espectacular, Juan al salir sorprendido de su casa para ver qué había ocurrido se topa con la sorpresa que este niño perdió el control del vehículo y  que había destrozado su jardín con sus plantas, también su cerca.

 Ahora bien, para poder comprender la justicia, la misericordia y la gracia veremos un escenario de la reacción de Juan por cada concepto.

 Primer escenario: Juan quiere operar justicia con este niño que sale asustado del vehículo y le comienza a reprochar todo lo que ha hecho en su jardín, molesto le dice al niño que lo primero que hará es llamar a la policía y luego a sus padres para que se hagan cargo por ser un menor de edad. Después de todo lo que ha pasado Juan les dice al niño y a sus padres que van a tener que pagar por todos los daños que hizo en el jardín. Esta reacción es la más obvia que cualquier ser humano tomaría y no está mal, es lo correcto ¿no?

Segundo escenario: Juan quiere ejercer con misericordia, lo cual en este caso sería actuar de una manera más considerada contra el niño y le hace saber desde un principio que no llamara a la policía porque ya suficiente problemas tiene su familia como para tener la ley encima, pero que si le dirá a sus papas. Al llegar los padres, Juan hace un estimado de cuanto es el gasto de todos los daños que ha causado el niño y de manera sorprendente les dice que no se preocupen por pagar todo de una sola vez porque les quiere dar la oportunidad de que le puedan pagar en cuotas. Tampoco serias mala persona si actuaras como Juan lo hizo. En este caso Juan actuó con misericordia.

Tercer escenario: Ahora bien, lo que viene a continuación no tiene sentido común, ya que Juan ha decidido actuar con gracia sorprendentemente. Juan al ver que aquel patio que le costó tanto trabajo, esfuerzo y dinero se le acerca al niño y le dice que no se preocupe, que esas cosas suelen pasar, también le dice que no llamara a la policía porque eso sería ensuciar su nombre a tan temprana edad y que eso arruinaría su futuro, tampoco llamara a sus padres porque ha podido ver que la manera de resolver los conflictos familiares en la casa no son los correctos, Juan también sabe que este niño no tiene ni una moneda en su bolso y que por ende no le va a cobrar ni un centavo del destrozo que él ha cometido. Juan mira fijamente al niño y le dice que el mismo va a trabajar horas extras para poder levantar de nuevo su propio jardín y su cerca. El niño se queda perplejo y sorprendido porque se había imaginado los peores escenarios posibles luego de destrozar el jardín de su vecino; lo más sorpréndente e ilógico esta por suceder.

Luego de que Juan le dice al niño que todo estará bien, le dice que suba su auto porque le quiere invitarlo a comer una hamburguesa pero con la condición de que el niño le cuente sus sueños, que le cuente que quiere hacer con su futuro, como es su vida, que es lo que necesita. El niño aún más sorprendido acepta la condición. Juan en este caso decidió actuar como Dios actúa con cada uno de nosotros al cometer errores, el sin importar la circunstancia nos recibe con sus brazos abierto llenos de gracia y amor.

Ahora bien, nosotros con nuestros pecados y errores constantes ¿Qué merecemos?, sabemos muy bien que la paga del pecado es muerte y que si realmente Dios fuera justo tal cual con nosotros, por lo menos yo no estaría acá escribiendo esto de seguro.

Déjame decirte que tú NUNCA has dejado de ser hijo de Dios en ninguna circunstancia. El hijo prodigo nos representa ya que cuando decide regresar a casa de su padre es nuestra imagen cuando llegamos arrepentidos a los pies de Dios luego de sentirnos sucios y después de haber comido con los cerdos bajo nuestro propio criterio, llegamos ante el con la cabeza baja sintiendo que somos merecedores de que algo malo nos pase porque le hemos fallado a Dios. El hijo prodigo nunca se imaginó lo que sucedería al llegar a casa de su padre, él sabía que merecía comer en una mesa con los empleados, nunca se esperó un anillo en su dedo, nunca espero un abrazo de su padre, tampoco una celebración al llegar de regreso. Así como el padre fue con el hijo prodigo, así es Dios con nosotros cada vez que llegamos sucios y revolcados por la vida nuevamente a sus pies. Él no te juzga al llegar arrepentido, ni tampoco te condiciona por tu estado y pasado. Él se encuentra feliz de que estés nuevamente a sus pies, El hace fiesta cada vez que regresas. Eso es gracia.

No hay un pecado demasiado feo que la gracia no pueda cubrir.

Al recibir a Dios en nuestros corazones Él sabe perfectamente que vamos a pecar,  porque Él también fue tentado y que tarde o temprano vamos a necesitar de su gracia.

Termino con una frase que  espero quede guardada en tu corazón y en tu mente sin importar la circunstancia y es que “No hay un punto bajo en tu vida en el que seas menos salvo que el día que Dios te salvo”




Comentarios

  1. Buenas noches quería decirles que es muy hermosa la lectura, clara y se comprende, gracias por enseñarnos a tener más gracia y misericordia.

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  2. Gracias por hacerme conciente de mis pecados

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